Todo comenzó como una bendita casualidad. Históricamente, es bien sabido que los aceites que se obtienen de las fértiles tierras de la zona de la campiña sevillana, dónde se encuentra nuestro olivar, en el paraje de Recacha, en la confluencia de los términos municipales de Écija, Marchena y Lantejuela, son de una calidad excelente, usándose los mismos en las almazaras para encabezar aceites de calidad media. Por ello, quisimos ir más allá de la producción de aceitunas y comprobar por nosotros mismos, a qué sabría un aceite 100% procedente de nuestra finca.
Durante la cosecha del año 2015, decidimos molturar una muestra de aceitunas picuales, para lo cual, nos pusimos en las manos de nuestros amigos Fede y Grego de la almazara Fuenteoliva, quienes nos abrieron de par en par las puertas de su casa y molturamos apenas unos 600 kilos, todo lo más que daba el remolque pequeño que teníamos en casa. Obtuvimos unos 120 litros de aceite. Desde el prime momento y solamente por el olor que se desprendía durante el proceso de molturación, era posible presagiar que no se trataba de un aceite normal. Efectivamente, cuando comenzaron a caer las primeras gotas – de color verde intenso y aroma a hoja de olivo, a hierba fresca recién cortada, a campo- nuestro sentido del olfato despertó y captó matices nuevos, brillantes. Una vez en boca, supimos de verdad que todo el aceite al que estábamos acostumbrados a tomar hasta ahora, no tenía nada que ver con esa joya en bruto que estábamos envasando a modo de prueba, y digo en bruto, porque en esta primera ocasión, fue aceite sin filtrar.
La familia y los amigos: ese primer jurado que premió nuestros aceites
Podemos afirmar que nuestro primer premio no oficial, lo recibimos por parte del molino Fuenteoliva. Ya, una vez en casa, quedaba asimilar esa inolvidable jornada de noviembre de recogida y molturación -todo en uno-, con otro concurso, esta vez, bastante más exigente: la familia. Aún recordamos emocionados cuando nuestra fuente de inspiración, la 3ª generación familiar encarnada en José Antonio Miró Vera, en esa tarde noche, cató el aceite, nuestro aceite, recién elaborado. La cata fue al más puro estilo ecijano: con un buen bollo de pan, al que le quitó la parte central, haciendo el tradicional “hoyo” y llenándolo de aceite. El veredicto no se hizo esperar. Nos llamó mucho la atención que el sabor de aquel aceite le trasladaba a su niñez, que era algo distinto…y en ese momento, obtuvimos nuestro segundo premio en concurso no oficial.
La verdad, que con la ilusión de obtener sendos premios en el mismo día, fuimos un poco más ambiciosos y, buscando cierta imparcialidad del jurado -ya que los dos anteriores podían haber sido subjetivos por lazos de amistad y familiar-, decidimos repartir una botella de 500 ml a otros familiares y amigos no ya tan cercanos. Aquellas 120 botellas volaron literalmente y, al cabo de apenas un mes, sirvieron para recibir un tercer veredicto: el aceite que teníamos entre las manos, se había convertido en objeto de deseo. Se repetían los comentarios acerca de la intensidad de aromas, del frescor, del amargo sostenido y equilibrado y un sabor único, que rememoraba a otras épocas.
Vista la aceptación, tuvimos unos 9 meses para madurar la idea de dar un paso más…queríamos rescatar la tradición familiar de molturar aceite propio, que hasta el año 1948, se venía haciendo en el hoy extinto Molino de la Finca Recacha, y así fue. Fueron unos apasionantes meses de aprendizaje agrícola, de educación en materia de olivar y aceite, de marketing, de ventas, de diseño…que dieron como fruto, el envasado de unas 3.000 botellas de 1948 Óleum, aceite de oliva virgen extra ecológico de cosecha temprana, las cuales molturamos en Molino del Genil. Fue este el germen de lo que hoy es nuestra marca y donde obtuvimos nuestro último premio no oficial, de la mano nuestro amigo Miquel, maestro de almazara y cariñosamente llamado como el “químico”, quien tras molturar el primer remolque de arbequina de la cosecha 2016, nos invitó a que catásemos aquella maravilla, en este caso, por supuesto y a diferencia del año anterior, convenientemente filtrado. No podemos olvidar esa intensidad de aromas a frutas, a manzana, a plátano, a tomatera…aromas que creíamos imposibles obtener en un aceite. No era un aceite normal, del montón. Era un aceite de primera y es así como se forjó nuestro 4º premio en concurso no oficial.